Alcanzar un sueño

Alcanzar un sueño

Aunque desde el 23 de Octubre de 2006 comencé a recibir clientes en el Centro, la inauguración oficial no tuvo lugar hasta tiempo después, cuando me sentí preparado para presentar en sociedad el que era mi sueño. Quien me oyera aquel día y lo recuerde, encontrará cambios en el texto. La realidad es que, aquel día no tenía escrita esta conferencia. Nunca he pronunciado una conferencia que tenga totalmente escrita. Aquel día disponía de mis notas (que servían de guión y me daban seguridad) y de mis temores (que se agolpaban pocos minutos antes de empezar, hasta hacerme creer que no sería capaz de pronunciar una sola palabra). Pero también disponía de mi deseo, de mis ganas por llegar a ese momento tan esperado y, sobre todo, disponía de la presencia de uno de mis maestros, Vicente Cuevas, que creía en mi y del que sentí su apoyo, de compañeras de viaje como Liliana Renau, de mi familia, de mi mujer, de mi hijo mayor (con tan solo 5 años), y de un público que sentía que me quería y me lo puso muy fácil. A tod@s gracias!. Tomando como referencia mis notas y mis recuerdos (bueno, y algún nuevo matiz que no he podido resistirme a añadir), he intentado transcribir aproximadamente lo que dije o lo que trate de decir aquel 24 de Enero.

Hace 19 años tomé la decisión de ser terapeuta. Hace 19 años que este acto era una semilla. Hoy es una realidad. No trato aquí de dar una teoría sistemática de cómo alcanzar un sueño. Quiero, en cambio, hablaros de mi proceso y de lo que he aprendido.

Tomo de Maru Martí, terapeuta gestalt y una de mis maestras en la Escuela de Psicoterapia de Valencia, la frase para expresar mi propuesta. Es algo así como: “pruébate lo que te digo como un zapato. Si te sirve, ese es hoy mi regalo para ti”. Para alcanzar un sueño, para materializar un proyecto, para hacer realidad un anhelo, nos tenemos que conceder una serie de PERMISOS. Desde la Psicología Transaccional lo entenderíamos como que el Padre Nutriente “da permiso” al Niño Interno. Es como tomarse el derecho, tomarse la libertad para llevar a la práctica una determinada acción. Hay personas que pueden sentirse estancadas, bloqueadas en alguno de estos permisos internos.

También quiero señalar que estos permisos internos y simbólicos tienen que ver con los permisos reales que (consciente o inconscientemente) nos han dado o nos han negado, y que (consciente o inconscientemente) hemos tomado o hemos rechazado a lo largo de nuestra vida, pero especialmente, en nuestra infancia. Por este motivo, los permisos a los que hago referencia guardan relación con nuestra familia de origen. En líneas generales, nos es fácil tomar aquellos permisos que nos hacen sentir vinculados a nuestra familia de origen.

Estos son los permisos que considero importantes:

1.­ PERMISO PARA SOÑAR:

Me refiero a permitirse visualizar lo que se desea, hasta el punto de creer que esa cosa es posible. Algunos dichos o refranes populares hacen referencia a ello: “ten cuidado con los sueños, porque se hacen realidad”.

Cuando preparaba esta conferencia1 y este acto inaugural, pensé en comprar sillas, para que pudierais estar sentados y cómodos escuchándome. Compré 30 sillas. A medida que se iba acercando el día señalado me imaginaba, visualizaba la sala aún más llena, así que compré 30 sillas más. Pocos días antes pedí prestadas otra docena. Hoy hay gente de pie.

El primer permiso es ver tu sueño, visualizarlo lo más vívidamente posible, cuanto más detalladamente, tanto mejor.

Visualizarlo es importante, pero no es suficiente, el hecho de visualizar algo no lo convierte por sí mismo realidad. ¡Cuántos sueños quedan en el cajón de los sueños!, leí una vez. Hay quien sueña, pero no se concede el segundo de los permisos.

2.­ PERMISO PARA PASAR A LA ACCIÓN:

La acción no es solo hacer cosas. A veces hacemos cosas para matar nuestra angustia vital. La acción a la que me refiero es aquella que se continúa de una buena toma de conciencia de lo que necesito.

Cuando ocurre esto, la persona está energetizada (tiene gasolina en el motor) suficiente como para actuar.

Para poder pasar a la acción, algun@s autores hablan de la necesidad planificar, de crear una estrategia. Desde la perspectiva de las profesiones míticas esta tarea corresponde al Guerrero. El Guerrero planifica, crea una estrategia y se centra en su objetivo. Me hablaron de un libro que describe la “estrategia del rinoceronte” que, cuando se propone una meta, se dirige hacia ella de forma clara y directa.

Sea como fuere, planificado o no, para alcanzar un sueño debo pasar a la acción. Si, teniendo claro el objetivo, me quedo atascado y me cuesta pasar a la acción, probablemente necesito concederme alguno de los siguientes permisos.

3.­ PERMISO PARA FRACASAR:

He de decir que, personalmente, este me resultó uno de los permisos más liberadores.

Mientras preparaba esta conferencia (1), oí en un programa de radio de fin de semana, cómo la periodista preguntaba a un entrevistado colaborador del programa, y presentado como científico, sobre qué había de cierto en los productos milagro para prevenir el envejecimiento. El científico aseguró que sí había ciertos aspectos que podían prevenirse, por ejemplo, sabemos cómo suavizar determinado tipo de arrugas, afirmó.

Pero, ¿de qué habla este hombre?, pensé. La ciencia puede suavizar las arrugas pero no puede responder qué significa el envejecer para una persona, quévalor tiene el cumplir años. ¿Por qué una persona luce sus arrugas y otra necesita suavizarlas, ocultarlas para sentirse más joven o menos vieja?. La ciencia no explica cómo una persona cambia su mirada, su percepción hacia sí misma, por tener más o menos años, más o menos arrugas, ni cómo toma conciencia del transito del yo joven al yo viejo.

Pensé en cambiar de emisora, pero tuve paciencia, seguí con mis tareas mientras escuchaba la radio y …premio! el científico dijo algo muy sensato: “QUIEN NUNCA HA PROBADO NADA NUEVO, NUNCA HA COMETIDO UN ERROR”.

¿Cuantos de vosotr@s queréis probar cosas nuevas?. Pues para probar cosas nuevas (y todo es nuevo la primera vez) hay que asumir el riesgo de equivocarse.

Siendo un joven adolescente conseguir hacer mi primera tortilla francesa fue todo un acontecimiento. En el primer intento el huevo cayó al suelo. En el segundo intento, más que tortilla, el resultado fue un revuelto. En el tercero, de mejor aspecto, eso sí, olvidé la sal. La conclusión fue clara: para hacer una buena tortilla hacen falta muchos huevos. O lo que es lo mismo, para aprender necesitamos constancia, empeño y, por lo general, varios intentos, varios errores.

Nunca he fallado tanto como cuando me he puesto en una situación en la que me he demandado demostrar mi valía. En cambio, cuando hago lo que sé hacer, cuando me centro en la tarea y no en demostrar nada a nadie, cuando el fallo está permitido (porque no me juego mi valía en el acierto o error de cada acción), por lo general la cosa funciona mucho mejor. Al menos estoy más tranquilo y eso, sin duda, me coloca en mejor situación para dar lo mejor de mi.

4.­ PERMISO PARA TRIUNFAR:

Cómo entender que una persona no se conceda a ella misma el permiso para triunfar, para lograr lo que se propone. Pues bien, pegado al miedo al fracaso encontramos, en no pocas ocasiones, el miedo al éxito.

Determinadas creencias sobre lo que representa el triunfar pueden suponer un obstáculo para alcanzar las propias metas. Personalmente, la visión que tenía del éxito y del triunfador era la de una persona vanidosa, alejada del mundo, como subida en un pedestal, sola y con el peso de una gran responsabilidad: seguir triunfando. Cuestionar estas ideas y reconocer que esto solo representaba un modo de vivir el éxito, me ayudó a quitar peso a ese fantasma.

Pero, para comprender por qué se mantiene el miedo al éxito, y utilizando palabras de Jesús Pinedo2 “solo hace falta un cambio de perspectiva” para darse cuenta de que ese miedo está proporcionando algo, está cubriendo alguna necesidad que la persona no sabe o no puede cubrir de otra manera. Cuáles son estas necesidades. Me permito señalar algunas de las que Jesús propone:

  • SEGURIDAD: Lo conocido nos da seguridad. Nos movemos con mayor o menor comodidad en lo conocido, mientras lo nuevo y desconocido puede asustar (también atraer, no lo niego). Si siempre hago lo conocido, si no pruebo nada nuevo, si no arriesgo, así no crezco, pero me puede proporcionar seguridad.
  • PERTENENCIA: Una necesidad importante es la de pertenencia. Sentir que pertenecemos a un grupo, una familia… Jesús Pinedo habla de la necesidad de parecerse, el hijo al padre y viceversa. Es menos importante en qué se parecen que el hecho de parecerse. De este modo, hay personas que cubren su necesidad de pertenencia pareciéndose en aspectos que le mantienen incapaces. Por ejemplo: “como mi padre (o mi madre) no logró, yo no me permito lograr”. Lograr los propósitos supondría (a nivel simbólico) dejar de pertenecer, dejar de parecerse. Se trata, por supuesto, de una decisión no consciente, una fidelidad “ciega” a la familia de origen.
  • IDENTIDAD: Necesitamos saber quiénes somos. Después de años de pensarse, sentirse y actuarse así, una persona puede estar tan acostumbrada a verse incapaz que reconocerse como triunfadora le coloca en un lugar no conocido y, por ello, incómodo. Ha hecho de ello un rasgo de identidad: “yo nunca consigo lo que me propongo”, se ha identificado con el “no lograr lo que desea”, con el fracaso. De nuevo, esto le mantiene incapaz, pero sabe quien es.

Concederse el permiso para triunfar será básico.

5.­ PERMISO PARA SER AUTÉNTICO:

Finalmente, pero no menos importante, el permiso para ser uno mismo, para crear y creer en el propio estilo.

El estilo, el modo de hacer las cosas, también es vincular. Contamos con el estilo de hacer las cosas aprendido en nuestra familia de origen y, en mayor o menor medida, siempre lo tendremos como referencia, bien para ser fieles (ya hemos hablado de la necesidad de pertenencia) o bien para revelarnos contra él.

Al igual que el hijo copia el modelo del padre, el alumno copia del maestro, se empapa de sus enseñanzas. Pero si se queda ahí, si se limita a repetir lo aprendido, del mismo modo en que lo hacía el maestro, así el alumno siempre será una copia, y una copia siempre es peor que el original. Para llegar a ser un maestro, el alumno debe tomar las enseñanzas recibidas, masticarlas, digerirlas y hacerlas suyas. Así, y solo así, el alumno llega a ser maestro y, me atrevo a decir que, así, y solo así, el hijo llega a ser el tipo de padre que quiere ser. Tomando lo aprendido de los que me precedieron y mejorándolo con mi propia aportación. Entiendo que ese es el camino que nos lleva al crecimiento personal.

Quiero terminar hoy con un deseo: que se cumplan la mitad de tus sueños para que, de esta manera, la otra mitad sean los retos que te mantengan viv@.

Gracias y hasta siempre!

  1. Preparar una conferencia es un proceso que puede durar varias semanas. Algunos días escribo, otros no, pero durante todo ese tiempo, de forma más o menos consciente, mi mente está procesando todo lo que vivo, teniendo siempre el tema de la conferencia como fondo de todo todo lo que experimento.
  2. Es un orgullo para mi citar a Jesús Pinedo, compañero de promoción y amigo que, durante las Jornadas conmemorativas del 30o aniversario de la Escuela de Psicoterapia de Valencia, pronunció la brillante conferencia “el apego al dolor y su sentido”, el 1 de Octubre de 2011. Evidentemente, este es un añadido que me he permitido.